Curioso: con menos de un par de cientos de muestras de ADN tomadas a voluntarios residentes en el barrio de Astoria, en Nueva York, ha sido posible dibujar un mapa que recoge las principales rutas seguidas por los antepasados que poblaron los continentes desde África hace 200.000 años.
La única ruta ausente corresponde al linaje más antiguo, la que separó a un grupo de pobladores del sur de África del resto de humanos modernos, hace más de 100.000 años.
Más en De África a Astoria, pasando por todas partes, en National Geographic en Español.
Las trayectorias de las bifurcaciones a través de la prehistoria –y las ramificaciones del árbol genealógico humano– se revelan en las mutaciones del ADN de 193 voluntarios muestreados en Astoria, Queens. (NGM Maps)
Astoria, el barrio de Queens, Nueva York, es una de las comunidades con mayor diversidad étnica de la Tierra. En el Festival Callejero de la 30ª Avenida, en julio de 2008, gente de todo tipo de culturas y complexiones se mezclaba entre los puestos que ofrecían amuletos tailandeses y suéteres de Perú, maíz mexicano y zeppole italianas. Era un día caluroso y el ambiente era alegremente multicultural. A través del gentío caminaba un hombre alto y rubio, cuya piel pálida enrojecía con rapidez. Ocasionalmente se detenía para hablar con personas, y si las veía solícitas, les preguntaba si podían donarle unas cuantas células del interior de sus mejillas.
Durante los últimos cuatro años, Spencer Wells y sus colegas, con National Geographic y el Proyecto Genográfico de IBM, han estado viajando por todo el planeta recolectando ADN en hisopos con mustras de saliva y sangre de centenares de grupos autóctonos.
Al comparar su ADN, el proyecto ha vuelto a trazar
la historia antigua de las migraciones humanas, desde que nuestra especie se originó en África hace unos 200 000 años.
El Proyecto Genográfico se centra en el cromosoma Y en varones, el cual se transmite intacto de padre a hijo, y en el ADN mitocondrial (mtDNA), que la madre pasa a su progenie. Durante generaciones, pequeñas e inofensivas mutaciones se acumulan en estas dos partes del ADN; para Wells y otros científicos, estos marcadores genéticos constituyen un libro de historia. Conforme las poblaciones humanas antiguas emigraron fuera de África, separándose entre sí y penetrando en territorios nuevos, acumularon distintos patrones de marcadores que reflejan esa historia. Cada individuo en la actualidad conserva un patrón semejante.
En siglos recientes, estos recorridos prehistóricos se han vuelto a conectar en Nueva York y otros albergues de inmigrantes. “Desde el inicio del proyecto –dice Wells–, me he estado preguntando si sería posible recopilar muestras de todos los principales linajes de la Tierra en una sola calle”. En la 30ª Avenida casi lo consiguió: resultó que los 193 voluntarios eran portadores de indicadores genéticos de virtualmente todas las migraciones que poblaron los continentes. El único linaje faltante fue el más antiguo, el cual fue hallado por los científicos genográficos en cazadores-recolectores de Khoisan, en el sur de África; sus ancestros se separaron por primera vez de otros humanos modernos hace más de 100 000 años.
El ADN de grupos pequeños relativamente sin mezclar, como el de Khoisan, conserva todavía claros signos de sus historias poblacionales únicas. En sitios como Queens, donde gente de todo el mundo ha estado intercambiando ADN por generaciones, tales historias se están perdiendo; un cromosoma Y, dice, no refleja el conjunto completo de ancestros de su dueño, por no mencionar el de su grupo poblacional. Si por lo general el Proyecto Genográfico rastrea poblaciones que hasta ahora han evadido los crisoles culturales, esto se debe precisamente a que estos presentan una nutrida confusión de genes.
“Todo el mundo habla de Astoria como si fuera griega –dice George Delis, representante de la comunidad retirado y él mismo inmigrante griego–. Bueno, pues no es griega. Es todo”. —Jamie Shreeve
No hay comentarios:
Publicar un comentario